Ayer la vida quiso que coincidiera con una persona que durante mi adolescencia me marco muchísimo sin yo tan siquiera haberlo visto en persona. Él era el más grande, todos le respetaban, y quienes le conocen a día de hoy le siguen respetando. Admirado tanto por los más grandes como los más pequeños. Un forajido que plasmaba sensaciones y desaparecía sin dejar rastro, de las pocas personas que han sabido hablarme, expresarme sentimientos sin haber hablado con él o conocer su cara. No hacia falta.
Aún que a veces el momento puede ser algo más duro de lo que jamás lo hubieses imaginado. Allí estaba él, la leyenda, el más grande, postrado en una silla ya que por desgracia ahora era incapaz de valerse por si mismo, su habla era lenta, pero solo tenias que hablar con el unos instantes para saber que aunque le costase expresarse vocalmente, su cerebro seguía al %100. Me acerque ya que me dijeron que se encontraba allí. Me puse delante de el y le dije, eres tu no? Tú eres “&%$*# “ verdad? Me respondió que si.
No tarde ni un segundo en coger su mano y apretarla. Me presente, y seguidamente le dije, que el había sido una de las razones por las que en mi adolescencia escogí seguir y admirar aquel camino urbano, que si, tal vez era ilegal, pero las taquicardias, las carreras, los trazos, ese olor, son cosas que jamás olvidaré y que espero volver a hacer cuando no tengan que pagar justos por pecadores.
Mis palabras hacia el fueron algo así como: Puede que haya otros que intenten llegar a tu nivel, habrá malos, habrá buenos, y los habrá mejores, pero tú, tío, tu eres una puta leyenda, él más grande, y lo que tu hacías dudo que pueda llegar a lograrlo nadie, y aunque ahora ya no lo sigas haciendo, sigues siendo el más grande tío. Sin duda, a día de hoy a través de trabajos suyos, sigue demostrándonos a todos que es todo un ejemplo de auto-superación y dejando bien claro que sigue siendo El Más Grande.
Dudo que nunca llegues a leer esto, pero si esa casualidad si diese, en serio. Gracias.
Karl